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Ñuñoa
 

¿Lograremos dominar la rebelión de las máquinas?

Inteligencia Artificial

La rebelión de las máquinas es uno de los temas clásicos de la ciencia ficción, ha ido evolucionando junto con el género. Si las primeras obras trataban de la rebelión de unas máquinas con sentimientos humanos (HAL 9000 en Odisea del espacio de Stanley Kubrick 1968), obras posteriores, en una época en la que la idea de una máquina inteligente se encuentra más desarrollada, pueden tratar temas con implicaciones más serias como la supervivencia humana (Terminator de James Cameron, 1984).

Pero al margen de cómo ha sido tratado el concepto de inteligencia artificial y rebelión, con mayor o menor rigor, la temática de la rebelión ha servido también para debatir otras problemáticas, como las ideas de desigualdad, esclavitud o contacto con seres extraterrestres más inteligentes.

En el siglo IXI las máquinas eran objetos torpes y poca utilidad práctica, pero la industrialización trajo consigo una automatización de procesos que llegó a competir con las masas de trabajadores artesanales.

De a poco las máquinas han ido quitando espacio a labores propias de los humanos, especialmente en cálculo, a partir de la llegada de los computadores se pudo programar  robots industriales sumamente versátiles.

La evolución de la tecnología en el siglo XXI ha supuesto un cambio en los hábitos de consumo, basada en la conectividad entre las personas a través de los diferentes dispositivos electrónicos que usamos en nuestro día a día para comunicarnos.

A esta unión entre humano y objeto se le llama Internet de las Cosas, se define como la interconexión entre los diferentes dispositivos inteligentes a través de Internet que, mediante el uso de los datos que posee sobre los usuarios, prestan determinados servicios o funcionalidades con el objetivo de simplificar la actividad cotidiana de los mismos.

Un ejemplo interesante son las casas inteligentes, hacen todas las tareas rutinarias, cómo regar jardines, prender luces, abrir puertas, hacer compras, etc, solamente tomando información de los hábitos de las personas que habitan.

Tal vez las máquinas no tengan todavía las enormes capacidades de destrucción que alimentan nuestras pesadillas. Aunque, sin duda, nos estamos acercando a pasos agigantados.

En un famoso ensayo de 1995 sobre el futuro de la era industrial, Ted Kazynski dice:

Se puede argumentar que la raza humana jamás será lo suficientemente tonta para entregarle el poder a las máquinas. Pero lo que sugerimos es que ni la raza humana tendría que ceder voluntariamente el poder a las máquinas, ni que las máquinas tendrían que tomar el poder. Lo que sugerimos es que la raza humana puede permitirse fácilmente el deslizamiento hacia una posición de tal dependencia de las máquinas que no habría otra elección práctica más que el aceptar todas las decisiones que ellas tomen. Mientras que los problemas a los cuales se enfrenta la sociedad se convierten en cuestiones cada vez más complejas y las máquinas se convierten en entidades cada vez más inteligentes, las personas dejarán cada vez más que éstas asuman sus decisiones, simplemente porque una decisión echa por una máquina traerá mejores resultados que una decisión hecha por el hombre. Eventualmente, se puede alcanzar un estado en el que las decisiones necesarias para mantener el sistema sean tan complejas que los humanos se vuelvan incapaces de resolverlas con inteligencia. En ese punto las máquinas tendrán, efectivamente, el control. Las personas ya no podrán simplemente desconectar las máquinas porque se habrán vuelto dependientes al punto en que apagarlas significaría suicidarse.

Keir Dullea played astronaut David Bowman in Stanley Kubrick’s 1968 film, 2001: A Space Odyssey.
HAL: – Ya se que no me he portado del todo bien. Sé que he tomado últimamente algunas decisiones equivocadas, pero puedo asegurarle que mi trabajo volverá a la normalidad”. […] tengo la máxima confianza y el mayor entusiasmo en la misión, y quiero ayudarle. […] Dave, deténgase […] Tengo miedo.
— HALL 9000 – Odisea del Espacio 2001 – sus últimas palabras antes de morir.

En una sociedad cada vez más técnificada, las máquinas son más y más indispensables para el desarrollo de la humanidad. Nuestros ordenadores son más inteligentes. Estamos aprendiendo a fabricar órganos artificiales que prolongan nuestra esperanza de vida. Nuestras naves robot recorren el Sistema Solar, caminan sobre las planicies de Marte y vuelan hacia las estrellas. Sin embargo, quizás, al final del camino tendremos que plantearnos qué precio estamos dispuestos a pagar para ser cada vez más y más poderosos. ¿Estamos creando ciegamente a nuestros sucesores sobre la superficie del planeta? ¿Serán las máquinas el siguiente escalón en la evolución?

Preguntas que de momento carecen de respuesta…